Ramón Trujillo Morales, concejal de Unidas Podemos, en uso de las atribuciones que le confiere el Reglamento Orgánico del Gobierno y la Administración Municipal, presenta al Pleno del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife esta Moción para su debate y aprobación, si procede, de acuerdo con la siguiente

EXPOSICIÓN DE MOTIVOS

Los incuestionables beneficios aportados por las tecnologías de la información y la comunicación probablemente han contribuido a que exista una escasa conciencia sobre los efectos negativos que conlleva el mal uso de estas nuevas tecnologías en la población infantil y joven. La gran cantidad de tiempo que se pasa delante de todo tipo de pantallas podría estar perjudicando el desarrollo de miles de niños y niñas, induciendo situaciones desventajosas para el proceso educativo y de maduración personal de miles de jóvenes y, asimismo, alimentando conductas adictivas.

En 2019, un informe estimó que los niños y niñas españoles, de 5 a 11 años de edad, pasan 711 horas y 45 minutos conectados a internet al año (o sea, 1 hora y 57 minutos al día). Los menores de 12 a 17 años pasan 1.058 horas y media anuales (o sea, 2 horas y 53 minutos diarios). En el caso del alumnado de primaria la cifra es algo menor que las horas lectivas anuales (792) y, para secundaria, se superan ligeramente las horas lectivas anuales (1.054). Canarias y Murcia son las comunidades autónomas en que pasan más horas conectados a internet[1]. Otro estudio, referido a jóvenes de entre 18 y 24 años, mostró que emplean una media de 5 horas y 15 minutos al día conectados a sus smartphones[2].

Los datos aportados por la Encuesta Sobre Uso de Drogas en Enseñanzas Secundarias en España muestran que el 20% de los adolescentes (de 14 a 18 años) realiza un uso compulsivo de Internet[3]. Y otro estudio demoscópico muestra también el importante papel de la red: la actividad de ocio preferida por el 74,6% de las personas jóvenes de 15 a 29 años es chatear o navegar por Internet, muy por encima del 22% que prefiere salir con amistades[4].

Con anterioridad, en 2013, un estudio financiado por la Unión Europea había situado a España como el país europeo con más adolescentes, de 14 a 17 años, en riesgo de desarrollar adicción a Internet (21,3% frente al 12,7% europeo) debido al tiempo dedicado a navegar en la red. Ese año el 1,5% sufría adicción a la red[5].

Está claro que cualquier ojeada que echemos a los datos disponibles nos muestran la gran cantidad de tiempo que se dedica actualmente a Internet y a las pantallas en la infancia, en la adolescencia y, en general, por parte de las personas jóvenes. Asimismo, parece estar claro que un porcentaje importante de esa población experimenta una dependencia excesiva de sus teléfonos móviles, sus tabletas y sus ordenadores. Es más, el abuso de este tipo de tecnología está reduciendo el rendimiento en los estudios de una parte de nuestra población joven. Esto último, además, está ocurriendo en un contexto de intensificación del uso de las tecnologías de la información en el ámbito educativo a causa de la pandemia.

Si bien es comprensible que, en el contexto de la pandemia se recurra más a las tecnologías de la información, también es importante señalar que esas tecnologías no están contribuyendo a mejorar el sistema educativo y que, además, en un entorno de uso excesivo de Internet y de todo tipo de pantallas, probablemente se esté reforzando el uso excesivo de tales tecnologías. Y ese uso excesivo se potencia por el estímulo de las administraciones y por la falta de información que tiene buena parte de nuestra sociedad sobre esta problemática.

Un informe realizado por la OCDE, en el marco del programa PISA, valora el efecto de las tecnologías de la información y la comunicación en los centros educativos de los países de la organización: “A pesar de las considerables inversiones en ordenadores, conexiones a Internet y programas informáticos educativos, existen pocas pruebas sólidas de que un mayor uso de los ordenadores por parte de los estudiantes conduzca a una mejora de las puntuaciones en matemáticas y lectura”.  Y añade: “aquellos países que han invertido menos en la introducción de ordenadores en el colegio han avanzado más rápido, de media, que los países que han invertido más”. Y, “en los países en los que los estudiantes utilizan de forma más habitual Internet en la escuela para sus tareas, de media los resultados de lectura han empeorado. De igual modo, la competencia en matemáticas suele ser inferior en los países o economías en los que la proporción de alumnos que emplean ordenadores durante las clases de esta asignatura es mayor”[6]. En ese mismo sentido apunta el reciente estudio de la Fundación COTEC, que muestra que utilizar dispositivos tecnológicos, a diario o casi a diario, hace que los estudiantes de matemáticas rindan menos en los 22 países analizados. Y esta pauta se repite en todas las comunidades autónomas españolas[7].

Andreas Schleicher, responsable del programa PISA, va más allá cuando escribe en la introducción al mencionado informe de la OCDE: “Las nuevas tecnologías no son de gran ayuda a la hora de resolver la brecha de competencias entre los alumnos de entornos privilegiados y los de entornos desfavorecidos. En pocas palabras: garantizar que cada niño adquiera un nivel básico de competencias en comprensión escrita y matemáticas parece mucho más útil para aumentar la igualdad de oportunidades en nuestro mundo digital que ampliar o subvencionar el acceso a los equipos y servicios de alta tecnología”.

En realidad, hay multitud de aprendizajes en los que carece de sentido aplicar tecnologías avanzadas. Todo el mundo entiende, por ejemplo, que, en los niveles más básicos de enseñanza de las matemáticas, no deben usarse las calculadoras porque aportan el resultado de las operaciones sin haber aprendido antes cómo se hacen. O, por poner otro ejemplo, los niños y niñas que aprenden a escribir con un teclado tienen más dificultades para memorizar y reconocer las letras que quienes aprenden con lápiz y papel. Una vez que aprenden a escribir presentan un déficit de comprensión y de memorización en clase, en comparación con quienes aprendieron con lápiz y papel. Tratar de introducir la mediación digital en gran parte de los saberes no digitales no parece ser siempre una buena idea.

El neurocientífico francés Michel Desmurget ha recopilado una gran cantidad de estudios, realizados en varios países, que evidencian que cuanto mayor es la cantidad de tiempo diario que pasan los adolescentes delante de todo tipo de pantallas, menor es su rendimiento escolar. Hay estudios que muestran cómo el incremento del tiempo pasado ante pantallas por niños y niñas de primaria aumenta significativamente el riesgo de desarrollar trastornos importantes de atención durante la educación secundaria. En general, se acredita una vinculación entre el ocio proporcionado a través de pantallas y el déficit de atención. Por ejemplo, un estudio sobre individuos de 12 a 20 años mostró que disponer de smartphones multiplicaba casi por tres el riesgo de padecer déficit de atención.

La práctica de la multitarea en ordenadores y teléfonos, o sea atender simultáneamente redes sociales, mensajes, etc., se considera que debilita la memorización y la comprensión de los contenidos[8]. También se ha documentado que la estimulación generada por las pantallas reduce el sueño y que, por ejemplo, en niños y niñas de 10 años, el dormir menos provoca 2,7 veces más riesgos de sufrir retrasos en el lenguaje. Las disfunciones del sueño se vinculan asimismo a mayores niveles de obesidad.

Desmurget resume así el efecto del mal uso de los dispositivos digitales en la infancia y la adolescencia: “disminución en la calidad y cantidad de interacciones intrafamiliares, que son fundamentales para el desarrollo del lenguaje y el desarrollo emocional; disminución del tiempo dedicado a otras actividades más enriquecedoras (tareas, música, arte, lectura, etc.); interrupción del sueño, que se acorta cuantitativamente y se degrada cualitativamente; sobreestimulación de la atención, lo que provoca trastornos de concentración, aprendizaje e impulsividad; subestimulación intelectual, que impide que el cerebro despliegue todo su potencial; y un estilo de vida sedentario excesivo que, además de en el desarrollo corporal, influye en la maduración cerebral”[9].

Todo esto ocurre al mismo tiempo en el que el uso cotidiano de las tecnologías de la información y la comunicación parecen haber estado contribuyendo a un retroceso muy llamativo. En las últimas décadas, se ha detectado en los países más desarrollados (Noruega, Francia, Finlandia…) una reducción del coeficiente intelectual medio de la población. Se trata de una realidad en la que, aunque aún no se ha estudiado bien, parece que han influido factores como la alimentación, cambios en el sistema educativo, la contaminación y también, de manera significativa, el avance tecnológico[10].

No obstante, quizá el mejor indicador de los perjuicios que puede conllevar el mal uso de la tecnología lo encontramos en el hecho de que quienes la diseñan, en Silicon Valley, alejan a sus hijos e hijas de sus creaciones tecnológicas. En el Waldorf of Peninsula, el costoso colegio privado al que envían a su descendencia quienes dirigen Apple, Google y otros gigantes tecnológicos, no se utiliza ninguna pantalla hasta que el alumnado llega a la secundaria. Por el contrario, en el cercano colegio público Hillview se publicita un programa por el que cada estudiante cuenta con un iPad[11]. La paradoja es que son los hijos e hijas de los sectores sociales más modestos los que pasan más tiempo diario delante de pantallas mientras que la descendencia de los sectores adinerados se halla mejor protegida de los efectos negativos de tal exposición excesiva. Una pauta que se repite en otros muchos lugares.

En suma, vivimos en una sociedad con una fuerte implantación del uso de las tecnologías digitales en la infancia y en la juventud. Sin embargo, esa fuerte implantación no fue precedida de la evaluación previa de sus efectos, ni se ha proporcionado información a las familias sobre cómo evitar el mal uso de los dispositivos digitales y cuáles son los abundantes y graves efectos negativos que pueden acarrear. Hoy conocemos mejor los graves perjuicios que puede causar la mala utilización de las pantallas en la infancia, aunque desconozcamos su impacto preciso en nuestro municipio, en nuestra isla y en nuestra Comunidad Autónoma. Pero sabemos que pueden causar -que están causando- importantes perjuicios en el rendimiento escolar de una gran cantidad de personas. Y podemos intuir que, transcurridos unos años, habrá una evaluación más precisa de todo esto y un lamento por no haber tomado medidas preventivas con anterioridad. Por eso, es fundamental que el Ayuntamiento, y otras instituciones, aborden campañas de concienciación sobre los perjuicios que conlleva la mala utilización de ordenadores, tabletas y teléfonos móviles.

Por último, conviene dejar claro que es obvio que el reconocimiento de la problemática social derivada del mal uso de los dispositivos digitales no implica negar las grandes ventajas que proporciona el buen uso de las tecnologías de la información y la comunicación.

Por todo lo expuesto, proponemos al Pleno del Ayuntamiento de Santa Cruz los siguientes

 

ACUERDOS

El Ayuntamiento abordará la puesta en marcha de una campaña destinada a informar a la ciudadanía de los perjuicios que causa a la infancia el mal uso de las pantallas y, asimismo, a concienciar a la población adolescente sobre los perjuicios que genera el uso abusivo de los dispositivos digitales.

Instar al Gobierno de Canarias a realizar campañas con la misma finalidad.

Instar a la Consejería de Educación del Gobierno de Canarias a concienciar al alumnado de colegios e institutos sobre los malos usos de los dispositivos digitales y sus múltiples efectos.

 

[1] Qustodio, Familias hiperconectadas: el nuevo panorama de aprendices y nativos digitales, qweb/652ec17d-790d-49a5-8236-713c96b2c732_20191022_familias_hiperconectadas_es.pdf.

[2] Europa Press, “1 de cada 3 jóvenes pasa un mínimo de seis horas al día conectado a su ´smartphone`”, https://www.europapress.es/portaltic/sector/noticia-cada-jovenes-pasa-minimo-horas-dia-conectado-smartphone-20191028162810.html.

[3] OCU, “Así usan los adolescentes las nuevas tecnologías”, https://www.ocu.org/salud/bienestar-prevencion/noticias/adolescentes-adiccion-internet.

[4] RTVE, “El 75% de los jóvenes españoles prefiere internet a salir de fiesta en su tiempo de ocio”, https://www.rtve.es/noticias/20191127/75-jovenes-espanoles-prefiere-internet-salir-fiesta/1992685.shtml.

[5] Europa Press, “España, líder europeo en adicción de los adolescentes a Internet”, https://www.europapress.es/portaltic/sector/noticia-espana-lider-europeo-adiccion-adolescentes-internet-20130115224119.html.

[6] Citado en Michel Desmurget, La fábrica de cretinos digitales. Los peligros de las pantallas para nuestros hijos, Ediciones Península, Barcelona, 2020, pág. 236. Desmurget es un destacado neurocientífico que ha abierto un gran debate en Francia sobre estas cuestiones. Los datos que no se atribuyen a otras fuentes provienen de este libro.

[7] El País, “Los alumnos que utilizan más los dispositivos tecnológicos en clase rinden peor en matemáticas”, 26, 1, 2021, https://elpais.com/tecnologia/2021-01-26/los-alumnos-que-utilizan-mas-los-dispositivos-tecnologicos-en-clase-rinden-peor-en-matematicas.html.

[8] En realidad, hay muchas estrategias para tratar de captar de manera constante la atención de las personas. Por ejemplo, Sean Parker, expresidente de Facebook, afirmó que las redes sociales se diseñaron para “sacar partido de un punto vulnerable de la psicología humana”. “La pregunta que se hacían los creadores de estas redes era ´¿cómo consumir el máximo de vuestro tiempo y de vuestra capacidad de atención?´” y añadió que, para engancharnos, “hay que conseguir que liberéis un poco de dopamina con una regularidad suficiente, a través del me gusta o del comentario que recibís en una foto o en una entrada… Esto os llevará a publicar más y más y a recibir más y más comentarios, me gusta, etc. Es una especie de bucle infinito de validación social”.

[9] BBC, “Los ´nativos digitales`son los primeros niños con un coeficiente intelectual más bajo que sus padres”, 28, 10, 2020, https://www.bbc.com/mundo/noticias-54554333.

[10] Diego Bermejo, “Por qué cada vez tenemos menos cociente intelectual”, El Mundo, 23, 9, 2018, https://www.elmundo.es/f5/comparte/2018/09/23/5ba51a6bca474150208b4621.html.

[11] Pablo Guimón, “Los gurús digitales crían a sus hijos sin pantallas”, El País, 24, 3, 2019, https://elpais.com/sociedad/2019/03/20/actualidad/1553105010_527764.html.