Los juegos evolutivos se originaron en la década de 1970, como una forma de estudiar la evolución. Se basan en la idea de que los seres vivos están en constante competencia por los recursos, y que los que sobreviven son aquellos que pueden adaptarse mejor a su entorno. Los juegos evolutivos se han utilizado para estudiar una amplia variedad de temas, desde la toma de decisiones en entornos inciertos hasta la evolución de la cooperación. Han sido particularmente útiles para comprender cómo funcionan los sistemas complejos, en los que muchos individuos interactúan entre sí.
En un juego evolutivo, cada jugador es un individuo que trata de maximizar su propia utilidad. Los jugadores pueden ser personas reales o agentes artificiales, y pueden interactuar de forma directa o indirecta. En la mayoría de los juegos evolutivos, los jugadores no tienen conocimiento del estado del juego o de la estrategia de los otros jugadores. Esto se conoce como un juego en estado estacionario.
Los juegos evolutivos se pueden dividir en dos categorías: los juegos de estratificación y los juegos de equilibrio. Los juegos de estratificación son aquellos en los que los jugadores no pueden cambiar de estrategia, mientras que los juegos de equilibrio permiten que los jugadores cambien de estrategia en respuesta a las estrategias de los otros jugadores. Los juegos de estratificación se pueden further dividir en juegos de suma cero y no de suma cero.
Los juegos de suma cero son aquellos en los que cada jugador tiene un número fijo de recursos, y la única manera de ganar es quitar recursos a los otros jugadores. En los juegos de no suma cero, por otro lado, los jugadores pueden ganar o perder recursos, y la cantidad total de recursos en el juego puede cambiar. Los juegos de no suma cero pueden ser más interesantes desde el punto de vista evolutivo, ya que los jugadores tienen que tomar en cuenta las acciones de los otros jugadores, y no sólo sus propias acciones.
En general, los juegos evolutivos se pueden utilizar para estudiar cualquier sistema en el que los individuos interactúan entre sí. Esto incluye a los seres humanos, pero también a los agentes artificiales, como los robots. Los juegos evolutivos han sido utilizados para estudiar una amplia variedad de temas, desde la toma de decisiones en entornos inciertos hasta la evolución de la cooperación.
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