Cuando era niño, mi madre me llevaba a la cama y me daba unos juguetes para que me los pusiera debajo de la almohada. Los juguetes eran de plástico y tenían forma de animales o de personajes de dibujos animados. Los juguetes siempre estaban limpios y en perfectas condiciones. Yo me los llevaba a la cama y me los ponía debajo de la almohada. Luego, me quedaba dormido.
En la mañana, me levantaba y buscaba mis juguetes. A veces, los juguetes se habían movido debajo de la almohada y yo tenía que buscarlos. Otras veces, los juguetes se habían caído de la cama y yo tenía que buscarlos en el suelo. A veces, los juguetes se habían perdido y yo tenía que buscarlos en toda la casa.
Un día, mi madre me dijo que los juguetes se habían perdido. Yo le dije que los había dejado debajo de la almohada. Mi madre me dijo que los había buscado en toda la casa y que no los había encontrado. Yo le dije que los juguetes se habían perdido y que nunca más los vería. Mi madre me dijo que no se preocupara, que ella me compraría unos nuevos juguetes.
Al día siguiente, mi madre me llevó a la tienda y me compró unos nuevos juguetes. Los juguetes eran de plástico y tenían forma de animales o de personajes de dibujos animados. Los juguetes siempre estaban limpios y en perfectas condiciones. Yo me los llevaba a la cama y me los ponía debajo de la almohada. Luego, me quedaba dormido.
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